martes, 30 de abril de 2013

NACIONALISMO Y SOLIDARIDAD (Conferencia dada por D. Gustavo Alamán Gálvez, Secretario General del Partiu Po'la Reunificación de Asturies. Auditorio Palacio de Congresos de Uviéu 25/04/13. Extracto)


El debate nacionalista
Sobre el nacionalismo se ha escrito mucho y casi siempre para mal. Cómo concepto práctico se ha manipulado el discurso nacionalista para relacionarlo con terrorismo y fascismo, se le ha tachado de insolidario, de excluyente, de racista, etc.
Cualquier acusación es válida si sirve para impedir el surgimiento, desarrollo y progresión de movimientos nacionalistas y del nacionalismo en sí mismo, como principio ideológico.
Estas acusaciones suelen venir de aquellos que desde las instituciones, órganos o entidades políticas, vierten un discurso difamatorio y demonizante entre la sociedad.
De aquellos que se autocalifican de demócratas pero que luego niegan el Derecho de Autodeterminación. De quienes en realidad están practicando una forma de nacionalismo antidemocrático, el nacionalismo centrípeto, que sigue manteniendo un concepto caduco y obsoleto de una patria que hay que mantener unida, a costa del uso de la represión si es preciso y que lejos de ser patrimonio únicamente de dictaduras y totalitarismos, está aún vigente en sociedades modernas y estados aparentemente basados en principios de igualdad, libertad de expresión, o respeto a los derechos humanos.
Y a pesar de todo existe un nacionalismo progresista, democrático, integrador, respetuoso con la diversidad política y social e igualmente solidario.
Es falsa la acusación de que un nacionalista progresista no se solidariza con los problemas de la clase trabajadora, que le da la espalda a las vicisitudes de los pueblos vecinos.
Nacionalismo y solidaridad no son incompatibles, todo lo contrario, son conceptos totalmente integradores.
La defensa de los derechos de los trabajadores o de determinados colectivos sociales de cualquier parte del mundo, que sufra el abuso del sistema capitalista tal y como está establecido en la actualidad, ha de ser una de las líneas de trabajo en la agenda de nuestro colectivo.


El Principio Democrático y el Derecho de Autodeterminación
El Derecho de Autodeterminación, siempre se ha tenido que enfrentar con dos dificultades a la hora de obtener un reconocimiento por parte de la Comunidad Internacional: La negación de la existencia de un Pueblo cómo entidad propia y la falta de un reconocimiento concreto y expresado en la documentación política legal.
El Principio Democrático es la herramienta necesaria para evitar estas dos dificultades ya que en el supuesto caso de la no existencia de un derecho histórico o la contemplación jurídica del ejercicio del Derecho de Autodeterminación, existe no obstante el tercer recurso, aplicado en numerosas ocasiones en diferentes partes del mundo.
Así pues basta la decisión democrática, la voluntad popular de autogobierno, para legitimar las aspiraciones soberanistas, tal y como recoge el Libro Blanco sobre Democracia y Devolución de Poderes a Escocia y Gales, redactado en
1974, sobre un informe encargado en 1969 a una Real Comisión por parte del gobierno británico ante la exigencia del reconocimiento de los derechos nacionales de los pueblos escocés y galés.
Este Libro Blanco indica que...
“Podemos argumentar indefinidamente sobre el significado del término Nación. Los factores que han de tomarse en cuenta son, a la vez geográficos, históricos, étnicos, lingüísticos y culturales. Pero ninguno de ellos, nos aporta de manera individual una solución concreta al problema. Así se concluye que los mejores jueces “son los pueblos mismos, de tal manera que si un colectivo humano alberga sobre sí mismo una idea de nación separada, no es necesario más argumentación para demostrar la existencia de tal nación.”
Si bien esta argumentación se sostiene firmemente por sí sola, cobra un valor definitivo si va acompañada de la reivindicación de un referéndum o consulta popular vinculante, es decir, del ejercicio práctico del Derecho de Autodeterminación, ya que este se plantea desde un proceso no sujeto a elementos distorsionadores, cómo pueden ser el uso de la violencia, la criminalización de sus actores participantes por parte de las instituciones políticas y judiciales del estado central, o cualquier otro factor externo o interno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario